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Ana Carrasco Conde, las filósofas en la actualidad


Ana Carrasco es filósofa, ensayista y profesora en la Universidad Complutense de Madrid y aunque sus investigaciones se han centrado en el mundo clásico griego y en la Alemania de los siglos XVIII y XIX, su análisis del mal, lo grotesco y el terror ocupan una gran parte de sus publicaciones.

Con ella he hablado de la situación actual de la filosofía, del pensamiento humano y de los movimientos feministas y su educación en las clases.

V: Ana eres filósofa especialista en idealismo alemán y romanticismo, filosofía de la historia, historia conceptual e historiografía. En primer lugar, me gustaría que me explicaras brevemente en qué consisten estas corrientes.

A: La historia conceptual y la historiografía lo que nos dicen es cómo se construye la historia o como se recopila aquello que “merece ser recordado”, pero con un matiz que a mi me interesa mucho: los propios conceptos que empleamos para hablar de nuestra vida, de nuestra historia, de quienes somos… Son también históricos, cambian con el tiempo y se nutren de creencias y valores. Así cada concepto de nuestro lenguaje y de nuestro pensamiento tiene en realidad inoculado su tiempo y está cargado de ideologías e incluso modos de ver el mundo. Una de estos conceptos es el de “sujeto”, uno de los grandes temas que me preocupan: cómo el sujeto se convierte en quién es o, si quiere, cómo y qué tipo de procesos de subjetivación hacen que el individuo se convierta en sujeto. Quienes analizaron esto pormenorizadamente en relación con la historia y el tiempo fueron los grandes filósofos del idealismo alemán (Fichte, Hegel, Schelling e incluyo a Hölderlin), que además entendieron que el sujeto se hace con los otros y junto a los otros en una comunidad. Por su parte el romanticismo, que es ante todo una posición estética, indaga en la pregunta por el todo que trata de apresar ese constructo y hacerlo, además, prestando atención a la belleza que, como dice Schiller, debe morir (somos seres mortales, como veíamos) para vivir en el poema e incluso que se centra en los elementos menos bellos de nuestra existencia (de ahí mi dedicación al romanticismo negro).

V: ¿Qué te movió a estudiar filosofía?

A: A veces se siente que nada encaja, que lo que pensamos del mundo y lo que vivimos en él no coinciden. A veces se tiene la certeza de que hay más fragmentos de realidad que realidad en sí misma y que lo que te dicen que hay no coincide con lo que es. A veces, casi siempre, los conceptos con los que nos referimos inevitablemente a las cosas, son causa de una forma de comprensión y de interpretación del mundo. A veces lo que se considera seguro o cierto, indudable e innegable se muestra en el tiempo como inseguro, falso, dudoso y, por puesto, negable. A veces al pensar en tu modo de estar el mundo se aprecia que quizá lo que se ve como realidad tiene más que ver con tu modo de pensarlo y de representártelo. De esto precisamente se ocupa de forma central el idealismo alemán y el romanticismo. La filosofía es la pasión de la vida “examinada”, pero al hacerlo, la filosofía muestra un potencial maravilloso: desvela creencias, señala problemas, desarma sistemas y, lo que es apasionante, puede transformar el mundo, dinamitarlo, cambiarlo. La buena filosofía lo que debe hacer es… Incordiar. Por eso la filosofía “muerde” y a mi me “mordió”: es la pasión por la pregunta, por el cuestionamiento, por ver otros modos de entender lo que sucede, de desmantelar lo dado, proponer algo distinto y hacer de la vida algo por lo que merece vivir y luchar. La vida es profunda cuando se piensa e intensa cuando se siente. La filosofía aúna ambas cosas: muestra la profundidad y la complejidad de la vida, pero al mismo tiempo, la muestra asociada directamente a la emoción de estar, de ser, de vivir esperanzado o desesperanzado, pero vivir no dando nada por supuesto.

V: Has vivido y estudiado durante años fuera de España, ¿cómo ha influido esto en tu pensamiento y de qué manera te sirvió para evolucionar?

A: Me ha abierto el mundo al hacerlo más amplio y más plural no sólo a nivel de diferentes métodos de investigación, sino a nivel vital. He aprendido nuevas formas de ver el mundo y de entenderlo, no sólo porque cada cultura y cada idioma presentan una construcción y reconstrucción de la realidad distinta, sino por la cantidad de personas que he tenido la suerte de conocer. La humildad tiene que ver un poco con eso: saber que puedes enriquecerte y enriquecer a los demás abriéndote a la experiencia de la alteridad y de la diferencia.

V: Tu último libro se titula 'En torno a la crueldad', un ensayo en el que indagas en la maldad desde la razón. Podrías decirme ¿a qué conclusiones has llegado tras esta obra?

A: En torno a la crueldades la culminación de una tetralogía consagrada al problema del mal. Saldrá este 2018. Supone en este sentido un ajuste de cuentas con la tradición filosófica: siempre que se ha abordado el mal se ha hecho a través de conceptos que aplicados a la realidad, a lo que pasa, a lo que nos pasa, no funcionan. Creo que la filosofía se ha armado y escamoteado con conceptos para no ocuparse de la realidad del mal de forma cobarde (salvo en algunos casos como Hannah Arendt, Kristeva o Roudinesco). En este sentido he indagado y trabajado con casos reales, con énfasis en asesinatos, genocidios, violaciones y feminicidios. He llegado a tres conclusiones claves para mi y mi línea de trabajo. En primer lugar, la distinción clave entre el mal y la maldad. El mal puede proceder de una causa deficiente, del desconocimiento, de la privación, de la falta como se ha sostenido en la tradición filosófica… Pero la maldad va a asociado a una voluntad que busca el mal por el mal, de forma injusta y gratuita. Aquí se enclava mi segunda distinción: el concepto de “reconocimiento perverso”. Se dice que un victimario cosifica a las víctimas: lo que he indagado es si es posible que no haya tal cosificación, sino que se cometa el acto malvado sabiendo que el otro es un ser humano que sufre como tú y, en una forma de empatía perversa, siendo consciente del sufrimiento que tal acto supone para la víctima. Finalmente, dada mi comprensión de la filosofía como herramienta de desmontaje he dinamitado el concepto de sujeto para dar cuenta de otro fenómeno que formará parte de mi siguiente libro en el que estoy trabajando actualmente.

V: Por otra parte me gustaría saber por qué el concepto del mal, ya que es un tema muy recurrente en varias de tus obras.

A: Trabajar el mal y entenderlo es una forma de no negar la cara ominosa de la existencia, de ser valientes y enfrentarse a ella, aunque no nos gusten las conclusiones a las que llegamos. Pero esconder la mirada ante el sufrimiento, el dolor, la injusticia, no evitan el problema. Me interesa el mal porque creo en la posibilidad del bien.

V: ¿Qué otras corrientes te interesan de la filosofía o te influyen?

A: La ontología, la estética y la filosofía política se nutren en mi trabajo de los dos ámbitos de la historia de la filosofía: la filosofía griega y la filosofía alemana del XIX-XX. Una de mis grandes preocupaciones y núcleo central de mi trabajo son las teorías de la subjetivación en el neoliberalismo, pero no para entender cómo se constituyen los sujetos, sino para entender las formas en los que éste puede ser destruido o corrompido… Aunque lo hago desmontando la idea de sujeto y preguntándome cómo funciona la subjetivación en el neoliberalismo. De este modo tomo conceptos griegos y alemanes como bisturí de nuestro tiempo.

V: La sociedad concibe tu profesión como un trabajo “de hombres”, ¿cómo se rompen esos prejuicios?

A: Se rompen esos prejuicios con una nueva lógica y no dejándose encorsetar por una lógica anticuada que nada dice de mi como mujer y filósofa (¿filósofa no incluye ya el hecho de que soy mujer?). Creo que la clave no es luchar por “hacernos sitio”, sino en producir o crear un nuevo sitio y un nuevo lugar. Quién quiere una habitación propia. Lo que hay que erigir es una casa nueva en el que todos y todas tengamos cabida desde la igualdad. A nivel práctico, me parece clave idear y aplicar nuevas formas de plantear congresos, no repitiendo modelos “patriarcales” ni jerarquías, nuevas formas de discutir temas y de trabajar en equipo, así como cambiar el modo de dar clase mostrando a los y las estudiantes otra historia de la filosofía (por el contenido y por la forma de impartirla).

V: Además me gustaría saber tu opinión acerca de la categoría que ocupa la filosofía en nuestra sociedad.

A: Forma parte del ser humano hacerse preguntas. En este sentido el ser humano sigue interrogándose y continua ávido de preguntas. El problema radica en que con las reformas educativas y con el imperio demoledor y homogeneizador del neoliberalismo suceden dos cosas: la primera que no se dota de herramientas “críticas” (crítica viene de krinein, que tiene que ver con separar el grano de la paja, esto es, de discernir); y la segunda, crucial y terrible, desplazando esa avidez y esa inclinación por la pregunta, nuestro inconformismo, a otro territorio controlado por la ideología neoliberal en el que sacian nuestra “sed” no con agua, sino con un sustituto que en realidad no nos satisface. Así ante el estrés el problema no es el ritmo de trabajo, sino el sujeto que no sabe gestionar o soportar el estrés y se le receta el lexatin. Esta lógica se da de forma globalizada. El neoliberalismo se extiende sin importar fronteras ni países… Pero en todo caso lo que encontramos no es un “pensamiento menos cerrado”: el pensamiento es siempre apertura, sino una ideología y un sistema de creencias cerrado con un mecanismo que trata de engañar a los que en el viven. Sloterdijk habla de “invernadero de cristal” o del “mundo interior del capital” en el que moran los habitantes del primer mundo. Empleando esta metáfora, en mi libro Presencias irReales, desarrollé otra imagen: lo que nos rodea y donde estamos encerrados es un mundo interior recubierto con pantallas cuya información nos embucha, nos dice lo que queremos escuchar, nos desconecta de la realidad de otros seres humanos y nos embota con su incesante golpeteo y su velocidad, tanta que no deja lugar para pensar. Hablábamos antes de formas de subjetivación: pues bien, con el neoliberalismo el sujeto ha sido engañado y allí donde debía haber pensamiento crítico se ha dado el cambiazo del trilero. Encontramos un pensamiento no crítico, sino mítico basado en el autoengaño. Nos venden que somos únicos, que con esfuerzo lo podemos todo, que con las redes hay información continua y casi tiempo real, que comprando el último smartphone se calmará nuestra insatisfacción… O que la filosofía tiene que ver con una forma “tranquila” de ver las cosas o más sabia, con ese reclamo mal entendido de “vivir la vida con filosofía”, o incluso, se fagocita su imagen en el mundo empresarial con la filosofía de empresa… Afortunadamente muchas personas se dan cuenta de que el discurso imperante no casa con la realidad y entonces comienza la búsqueda de herramientas y de preguntas. En este sentido la divulgación de la filosofía está siendo fundamental: desde portales en España como fil&co o las revistas Philosophie Magazineen Francia o Hohe Luften Alemania por citar algunas, que constituyen lugares accesibles para todos aquellos que perciben que, como escribiera Shakespeare en Hamlet, algo huele a podrido en Dinamarca.

V: ¿Crees que falta una enseñanza del feminismo desde la filosofía en las bases de la educación española?

A: Falta una concienciación y, sobre todo, un cambio de perspectiva que ofrezca la posibilidad de pensar la filosofía y desde la filosofía de otro modo. Es imprescindible mostrar que el discurso hegemónico no es el único, sino aquel que ha invisibilizado a otros. Y sobre todo falta –y eso es labor de la educación- sacudir los cimientos de lo establecido de tal modo que nos demos cuenta que nosotros mismos y nuestra forma de pensar ha estado o está deformada por ese pensamiento patriarcal dominante. Un paso importante es darse cuenta de los presupuestos que rigen nuestro mundo, pero más importante aún –y más difícil- es darse de que los propios presupuestos que nosotros mismos manejamos pueden y deben desarticularse. Dicho de otro modo: es preciso una educación feminista porque es precisa una educación que enseñe que el mundo en el que uno vive tiene mucho que ver con el mundo que a uno le enseñan a ver.

V: Para terminar, me gustaría que me recomendaras mujeres filósofas que consideres inspiradoras y creas que merecen ser mencionadas.

A: Mencionaría a cinco: Madame Stael, con su De la influencia de las pasiones y sus Reflexiones sobre el suicidio que han sido determinantes al hacer ver por un lado la importancia de las pasiones en la política; Hannah Arendt con su valentía al hablar de la banalidad del mal y su concepto de solitud, subrayaría “Algunas cuestiones de filosofía moral”; Julia Kristeva con énfasis en Poderes de la perversióndonde aborda de una forma muy interesante el problema de lo abyecto; Susan Sontag, no valorada lo suficiente, pero con una obra, en concreto Ante el dolor de los demás, que es imprescindible; y, finalmente, Judith Butler y su Marcos de guerra. Las vidas lloradas.

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