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Gracia Morales, educando desde el feminismo

Filóloga, escritora, dramaturga... Gracia Morales es una mujer que ha dedicado su vida por completo a las letras. Da clase en la facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Granada donde cada día, imparte a sus estudiantes no sólo el conocimiento necesario para dominar la lengua de Cervantes, sino unos valores fundados en la igualdad y en el respeto dentro una sociedad reticente al cambio.

En esta entrevista, conocemos mejor su trayectoria en el arte dramático y su posicionamiento como mujer a nivel laboral y personal.

V: Eres doctora en Filología Hispánica, profesora en la universidad, dramaturga y escritora, ¿cómo compaginas todo este trabajo?

G: Lo compagino con dificultad, en alguna etapa mejor, en otras son más exigentes... Claro, el trabajo constante es el de ser profesora y mi trabajo en la facultad, ahora soy también vicedecana de estudiantes en la facultad de filosofía y letras. Y bueno, digamos que la escritura está siempre un poco más relacionada con el tiempo libre, con el tiempo que tengo disponible. Lo que pasa que como llevo escribiendo desde hace mucho tiempo pues tengo periodos en los que la universidad es menos exigente y me deja un poco más de margen, otros que no y ahora además tengo un hijo y entonces también las obligaciones familiares son un poco difíciles de encajar, pero bueno al final lo que hay es una cuestión de voluntad de que para mí escribir es muy importante y siempre busco el tiempo disponible.

V: ¿Con cual de estas facetas disfrutas más?

G: A ver, yo disfruto mucho con la escritura y es algo que ha estado en mi vida desde muy pronto y que me ha estado acompañando siempre, pero la verdad es que dar clases en la universidad también me gusta mucho.

Hay otras tareas como las de gestión que no me gustan tanto... O tareas de investigación que también hago y me gusta más la creación que la investigación. Pero la docencia sí que me gusta mucho porque te da la oportunidad de compartir con gente jóven esta misma pasión por la literatura, entonces no lo siento como algo que haga de mala gana. Ahora, quizás es verdad que la que más me satisface es la escritura.

V: Además eres co-fundadora de la compañía Remiendo Teatro. ¿En qué momento surgió la idea de poner en marcha este proyecto?

G: Mira, yo llevaba escribiendo teatro desde el 97 y en un principio era dramaturga, pero no tenía en realidad una vivencia muy práctica del teatro, yo venía más del ámbito de la literatura. Pero me acerqué al teatro cuando ya llevaba tiempo escribiendo otros géneros y al principio lo hice escribiendo desde el ámbito de la literatura pero siendo consciente de que para aprender bien necesitaba integrarme en ese mundo. Tuve la suerte de que en marzo del 99 me pusieron en contacto con un grupo de teatro universitario donde había mucha gente y de ahí empecé a colaborar con ellos como escritora dejándoles unos textos, ellos los montaban... Y ya yo comencé a estar muy cerca del proceso de montaje y de ese grupo primero decidimos separarnos en otro más pequeño de cuatro personas y crear Remiendo Teatro en marzo del 2000.

V: Y para quienes no te conozcan ¿podrías contarme qué temas tratas en tus obras?

G: Mis obras de teatro suelen tratar temática problemática de la realidad, algunas obras tratan el tema de la violencia machista, otras el tema de la guerra, la posguerra, la dictadura, los desaparecidos... En realidad son temas de la sociedad que de alguna manera me inquietan y creo que todos ellos, de una manera u otra, transitan al rededor de una temática quizás más general que es la del abuso del poder en distintos ámbitos (en un ámbito familiar, en un ámbito social...) casi siempre desde un punto de vista más bien dramático.

V: Por tus obras has recibido varios premios, entre ellos dos de la SGAE o el Marqués de Bradomín, que además fuiste la primera mujer en recibirlo. ¿Qué ha supuesto esto en tu carrera?

G: Bueno, los premios han sido y siguen siendo importantes en mi carrera y en la de casi cualquier dramaturgo o dramaturga, a menos que esté ya muy consolidado. Supone, a nivel personal, una especie de reafirmación, de conciencia, de que lo que estás haciendo está bien e interesa. Y este cuestionamiento lo tienes mucho al principio claro, pero en realidad no dejas de tenerlo nunca porque vas cambiando de estrategias, vas cambiando de temáticas, de fórmulas dramáticas y cada nuevo texto es un nuevo reto de que no sabes cómo va a salir. Entonces, si luego lo presentas a un certamen y gana, pues de alguna manera sientes que parece que un jurado de gente ajena y experta en el tema ha valorado el texto.

También supone la posibilidad de darle al texto y al autor cierta visibilidad que es muy importante, porque el teatro contemporáneo es muy difícil que llegue a escena, hay muchas dificultades, los programadores no suelen apostar mucho por el teatro contemporáneo y si lo hacen siempre suele ser siguiendo más una fórmula cómica y muchas veces por compañías que tienen actores que han salido en televisión... Es decir, van buscando mucho una respuesta más comercial y el abal de un premio ayuda un poco, no te allana el camino pero puede servir un poco de reclamo. Y ocurre también que hacer teatro contemporáneo y desde Granada, son dos handicap importantes. Por una parte es un teatro que está siempre bajo sospecha, que tiene que demostrar su valor pero además desde Granada, desde la periferia. Que aunque Granada tenga compañías de teatro estupendas, sigue habiendo espacios donde no puedes entrar desde aquí, hay puertas que es muy difícil tocar o acceder a ellas y un premio da más visibilidad a la hora de que alguna de esas puertas se abra.

V: ¿Cómo es la situación de las mujeres en el teatro?

G: A nivel de escritura yo diría que hay un grupo de dramaturgas muy interesante en España porque en general estamos viviendo un momento de mucha cantidad y de mucha calidad en las propuestas dramatúrgicas a nivel nacional y dentro de eso hay muchas mujeres. También es verdad que luego sorprende darse cuenta de que los premios los ganan mucho más los hombres que las mujeres y en un porcentaje bastante alto todavía. Por ejemplo eso, el premio Marqués de Bradomín venía dándose desde los años 80 y yo lo gane en el 2000 y nunca lo había ganado una mujer. Al año siguiente de ganarlo yo lo volvió a lograr otra mujer y desde entonces, si no me equivoco, no lo ha vuelto a ganar una mujer. Es un certámen para autores de 30 años, es decir que tiene sus condicionamientos y creo que no se abre todos los años como ocurría antes, pero aún así sigue siendo sorprendente. Pero esto pasa con muchos más certámenes, el Premio Nacional de Literatura Dramática por ejemplo ha tardado mucho en que lo ganase una mujer, la primera en ganarlo fue Lluïsa Cunillé y ya después le han seguido Angélica Liddell, Laila Ripoll y Lola Blasco... Es decir, que en los últimos ocho o diez años si que está empezando a haber un cierto equilibrio.

V: ¿Crees que se está valorando más?

G: Sí, yo creo que sí. En los jurados cada vez somos más mujeres, en los equipos de dirección... Además en el ámbito actoral hay muchas más actrices que actores y de mucha calidad, en cambio en el de las directoras todavía hay menos que hombres, ahí creo que todavía no se está consiguiendo el equilibrio en el sentido de quién lleva la batuta al final en el montaje. Igual que en la producción, tampoco hay tantas productoras como productores.

V: ¿Crees que tras el 8M la sociedad, sobre todo la gente más joven, se está comenzando a abrir al concepto del feminismo?

G: Yo doy clase en la facultad de Filosofía y Letras que es una facultad muy beligerante y muy activa, te digo entre el estudiantado, pero a mi me parece que el 8 de marzo de este año ha sido significativo de un movimiento que venía desde hace más tiempo y para mí que se haya podido producir un fenómeno como este es significativo de lo que ha habido después, porque que haya podido darse una convocatoria tan numerosa significa que ya hay muchas mujeres concienciadas y muchos hombres concienciados y también espero que siga generando conciencia. Creo que es un movimiento que no debe detenerse y también pienso que en algunas cuestiones vamos hacia una sociedad más conservadora. Por ejemplo, en el ámbito del periodismo se está produciendo un retroceso en la libertad de expresión, en el uso del humor... Es decir, que también hay una apariencia de lo políticamente correcto y ahora tener una postura machista es considerado políticamente incorrecto, pero habría que ver por debajo como sigue habiendo una mentalidad conservadora que diga una cosa de boquilla para fuera y luego... Como esa gente a la que le cuesta definirse como feminista y dice: “Yo no soy machista, pero tampoco soy feminista” y es que no se dan cuenta de que o es lo uno o es lo otro. Esa idea de que el feminismo es un ataque a los hombres cuando el feminismo tiene como única intención conseguir la igualdad. Pero como la mujer es la vulnerable hay que utilizar el término "feminismo", porque es a ella a la que hay que dirigirse.

V: Como tú trabajas precisamente con estudiantes me gustaría saber ¿cómo podría educarse a los más jóvenes en el feminismo?

G: Bueno, yo creo que hay muchísimo que hacer ahí y muchas fórmulas. Desde visibilizar más la labor de las mujeres científicas, escritoras, ensayistas, etc. Que haya modelos para las niñas y los niños, que no se queden con la sensación de que solo hay hombres en estos ámbitos porque entonces hacemos que perviva esa idea.

Luego, trabajando con textos donde se exponga esa misma libertad y si se trabaja con un texto donde no esté porque se trate de un escrito de siglo XVII y es lógico que ahí no esté, pues hablarlo desde la óptica de hoy en día, de ver el cambio de los roles que se ha producido. Entonces, utilizar los textos literarios para ver eso, para comentar las situaciones de machismo de la época y que genere polémica, que genere debate no sólo entre las mujeres, sino también entre los chicos. Y luego seguir haciendo mucho hincapié en la visibilización de la violencia como una situación que no se puede permitir, que haya que tener una postura muy determinante hacia ella y a las chicas enseñarles un concepto del amor que no esté relacionado con los cuentos y películas con los que nos han educado y que siguen repitiendo roles en los que el amor tiene que ver con la sumisión, con el sacrificio, con la comprensión de la mujer. Si hace 40 años una película tenía un sesgo machista, no vamos a negar el pasado, sólo vamos a comprender lo que ocurría y a reflexionar sobre ello. El problema es que 40 años después sigamos esperando al príncipe azul.

V: Me gustaría que me comentaras alguna mujer del ámbito de las artes que consideres un ejemplo.

G: A ver, en el ámbito de la poesía además aquí en Granada hay una poeta que yo admiro mucho que se llama Ángeles Mora y que recientemente ganó el Premio Nacional de la Crítica de poesía después de llevar muchos años con una escritura muy detallada, muy precisa, muy bella y a lo mejor hasta ahora no lo suficientemente visible.

En un ámbito más internacional, me interesa y me gusta mucho la poesía de Piedad Bonnett o de la polaca Wislawa Szymbirska que falleció hace unos años y que me parece una poeta maravillosa.

Y luego en el ámbito de las artes escénicas, Itziar Pascual es una mujer dramaturga con una voz también muy claramente feminista, Laila Ripoll.... Yo creo que lo que me costaría decirte serían mujeres que no me pareciesen modelos a seguir si ya tienen ese nivel de representación, no encuentro en el ámbito de las artes mujeres que estén teniendo un pensamiento conservador y machista, sino que todas ellas está buscando abrir puertas.

CONOCE MEJOR LA OBRA DE GRACIA MORALES

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